Entre flores, boinas, mantoncillos y tirantes flamencos

Cualquier look flamenco (y en el caso de bebés, niñas y niños no puede ser una excepción), se remata con sus correspondientes complementos. Realzan los trajes de gitana y gitano, amén de resultar la mar de graciosos.

Pero… ¿de dónde salieron la boina para niños o las flores flamencas para el pelo? ¿Y los tirantes? Las flores ya podían contemplarse en las bailaoras representadas en pinturas como las de Joaquín Sorolla, durante las primeras décadas del siglo pasado. Han llegado hasta hoy siendo el complemento estrella -con el permiso de las pulseras y pendientes de aro- de niñas que, desde muy jóvenes, pueden jugar con el pelo de múltiples maneras, llevándolo suelto o en un recogido, colocando las flores cerca del cuello o en la parte superior de la cabeza (según la tendencia en boga, el gusto propio o incluso la forma del rostro). La flor posee una enorme relevancia gracias a su flamencura, a la gracia que irradia, la hermosura de su colorido, la combinación con la cabellera. Los estilismos varían: así, tan bonita quedará una flor solitaria como colocada en compañía de otras en cascada.

Las diademas con flor, más allá de las composiciones florales, son salerosas y graciosas, amén de cómodas, pues solamente las colocas en la cabecita de tu bebé o tu niña pequeña… sin necesidad de ponerle ganchillos ni peinecillos de flamenca, que vas a reservar para cuando sea más grande y tenga más cantidad de cabello como para hacerle un moño o una coleta. Es más, nuestras diademas llevan ya la peineta incorporada; las realizamos bajo demanda, de modo que el color dependerá del vestido de gitana de la niña. También están las flores estilo clavel, que también gustan mucho a nuestras niñas flamencas.

 

Gorras flamencas para bebés

Las boinas para niños y los tirantes -lisos o de lunares- complementan, y de qué manera, los atuendos de los chicos. Y es que además de su cometido estético cumplen sus funciones prácticas, a saber: proteger las cabecitas de los rigores del calor (recordemos que muchas de las ferias y fiestas se celebran durante los meses de verano) y sujetar los pantalones del traje de gitano. Las boinas, ya sean lisas, de lunares o camperas, quedan muy monas, y son más confortables, si hablamos de modelos infantiles, que los sombreros con alas tipo cordobés, por ejemplo.

Es muy típico, en el traje de romero, el tirante: al fin y al cabo, se trata de un complemento enraizado en el campo, muy vaquero, por así decir (de hecho, su uso data del siglo XIX). Si le añadimos lunares, a juego con cada uno de nuestros trajes de gitano, les dan un aire muy salado.

Hay complementos típicos en este tipo de atuendos que atesoran una larga historia. Es el caso de los mantoncillos de Manila que, a pesar su origen chino, han terminado siendo un elemento asociado al casticismo español, tanto para las manolas madrileñas como para las gitanas andaluzas, ya desde 1850 (es más, se dice que fue en España donde a los mantoncillos se les añadieron los flecos). Nuestras modistas continúan esta bonita tradición, utilizando además diferentes tejidos (crespón, lino, plumeti) para elaborar los mantones que, sobre los hombros de las peques -o alrededor de la cintura- les quedan fenomenalmente bien.

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